Qué fácil sería un mundo plagado de felicidad y de bienestar social,
en su más amplio sentido, para todos, si Jesucristo fuera su presidente; un único
presidente para todo el Mundo. Nadie sería ni más inteligente, ni más audaz, ni más capaz, ni más eficaz; estaría dotado de una infinita
generosidad y bondad, además de tener sus propios Evangelios como libro de cabecera.
¿Conseguiría Jesucristo una Paz estable?, por supuesto que sí; ¿conseguiría Jesucristo que se repensase el Islam, dejando de ser éste constantemente
como una desagradable llaga sangrante que nunca se cierra? también; ¿conseguiría
Jesucristo que todas las religiones Occidentales y Orientales, siendo todas ellas
inspiradas en cada momento histórico por el único Dios, El Padre, convivieran en armonía?, también; al mismo
tiempo también conseguiría que las respectivas Iglesias se respetasen
escrupulosamente entre sí.
Con su audacia e inteligencia conseguiría, en primer lugar,
Los recursos se destinarían allí dónde hicieran falta. Etc., etc.,
etc.
Pero Jesucristo, desgraciadamente, no puede ocupar ese lugar sin
embargo, a las personas humanamente comprometidas con el bienestar global –entre
las que me considero- nos ilumina, nos conduce, nos orienta. La Madre Teresa de Calcuta y
Vicente Ferrer son dos grandiosos ejemplos de ellos; pero su labor estuvo limitada a un
entorno geográfico determinado.
Hoy en día el regalo Divino que es Internet facilita la intercomunicación
Global instantánea. Gracias a ella el mundo es mucho más pequeño y entrañable y
tiene al alcance de las teclas aquella situación Divina que, como comentábamos,
se produciría si presidiera el Mundo el Propio Jesucristo.
Y, hoy en día, no se concibe llevar a cabo ningún fin altruista sin estar metido en al política hasta el cuello. Pero en
En el Mundo hay políticos con una sensibilidad y un olfato extraordinarios, capaces de distinguir inmediatamente las intenciones con las que te diriges a ellos, siempre unidireccionalmente.
En fin, el Mundo es una gran playa formada por los granos de arenas que aportamos cada uno de nosotros, consigamos una preciosa playa enorme y eterna.